sábado, 27 de abril de 2013

Un instructivo final de peones

En la posición del diagrama podemos ver un instructivo final de peones compuesto por Jonathan Speelman en 1979. Es evidente que la posición blanca es superior, debido a la mejor situación de su Rey, pero ¿puede el blanco ganar este final?
La respuesta es afirmativa, pero no es fácil encontrar la forma correcta de hacerlo. Para alcanzar la victoria el blanco de triangular con su Rey a fin de conseguir la oposición, veamos como:
1. Rg5! el intento de ganar la oposición directamente con 1.Re5 no consigue nada 1...,Rd7 2. Rf6, Rc6 3. h4, Rb5 4. h5 Rxa5 5.h6, b5 6.Rg7, b4 7.Rxh7, b3 8.Rg8, b2 9.h7, b1=D 10.h8=D y tablas. Tampoco sirve el intento de mantener la oposición con 2.Rd5, Rc7 3.Rc5 h5 4.h4, Rd7 5.Rd5, Rc7 6.Re5, Rc6 7.Rf5, Rb5 8.Rg5, Rxa5 9.Rxh5 b5 10.Rg5, b4 con igualdad.
En caso de 1.h4 las negras ganan la oposición con 1...,Rf7 y si 2.h5 entonces 2...,h6 y las blancas no pueden ganar.
1..., Rf7 2.Rh6, Rg8 3.h4, Rh8 4.Rh5! para obtener la oposición a distancia. En caso de 4.Rg5?, Rg7 y las negras tienen la oposición. Y si 4.h5, Rg8 5.Rg5, Rf7 6.Rf5, h6 con idéntico resultado.
4..., Rg8  si 4...,Rg7 5. Rg5, h6+ 6.Rf5, Rf7 7.h5 y ganan
5.Rg4!, Rf8 6.Rf4, Re8 7.Rg5, Rf7 se ha alcanzado la misma posición tras la jugada 1 pero ahora el peón blanco de h está en h4, en lugar de h3 y las blancas tienen la oposición.
8.Rf5, Re7  si 8..., h6 9. h5 +-
9.Re5, Rd7 10.Rf6 el resto de las jugadas son forzadas
10..., Rc6 11.h5, Rb5 12.Rg7, Rxa5 13.h6, b5 14.Rxh7, b4 15.Rg7! Para dejar despejada la fila 8
15...,b3 16.h7, b2 17.h8=D, b1=D 18.Da8+ y las blancas ganan.

En este visor puedes reproducir el final.


domingo, 21 de abril de 2013

Homenaje a Lord Dunsany

Partiendo de la posición inicial del famoso problema de Lord Dunsany, nuestro compañero Francisco J. Fernández, nos envía una interesante variación del mismo. 
Lord Dunsany, Juegan blancas y dan mate en 4

Si alternamos la posición del Rey y la Dama negros (Rey en blanco y Dama en negro) podemos apreciar que ya no hay mate en 4 como en el problema original, es más, las negras pueden evitar el mate y tienen ventaja decisiva.
Juegan blancas. Ventaja decisiva negra

Pero si además también cambiamos la posición inicial del Rey y la Dama blancos (Rey en blanco y Dama en negro), observamos que de nuevo existe mate en 4 para las blancas.
Francisco J. Fernández, blancas dan mate en 4
 La solución es muy similar a la del problema original.

jueves, 18 de abril de 2013

Lord Dunsany

Blancas juegan y dan mate en 4 jugadas.
Lord Dunsany, Blancas juegan y dan mate en 4
En la posición del diagrama podemos ver un magnífico problema compuesto por Lord Dunsany (Dublín, 1878-1957), escritor de novelas fantásticas, compositor de problemas y fuerte jugador de ajedrez. Fue campeón de Irlanda y en una ocasión hizo tablas con Capablanca en unas simultáneas.
Lo primero que debemos hacer es fijarnos en la ubicación de las piezas, sólo así podremos resolver el problema ya que, como dice mi buen amigo Fran Fernández, necesitamos comprender "la realidad de lo imposible".

Intenta resolverlo, puedes dejar tu solución en los comentarios.

domingo, 14 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: D. Joseph, 1922

Blancas juegan y ganan. D. Joseph, 1922

Blancas juegan y ganan.


  En este estudio del compositor D. Joseph de 1.922, las negras parecen tener el empate asegurado por los temas de ahogado, sin embargo las blancas pueden ganar con una sutil maniobra de dama.

  Intenta hallar la solución, puedes dejar tu respuesta en los comentarios.

viernes, 12 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: Leonid Kubbel, 1.909

Blancas juegan y ganan. Leonid Kubbel, 1909
Blancas juegan y ganan.


  En este estudio del compositor Leonid Kubbel de 1.909, las blancas consiguen la victoria especulando con la desfavorable posición de la torre negra.

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domingo, 7 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: Emanuel Lasker, 1.890

Blancas juegan y ganan. Em. Lasker, 1890

Blancas juegan y ganan.


  En este estudio del genial Emanuel Lasker de 1.890, a pesar de la aparente igualdad, las blancas vencen con una hábil maniobra de su rey.

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viernes, 5 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: R. Saavedra, 1895

Blancas Juegan y ganan. R. Saavedra, 1895,

Blancas juegan y ganan.


  En este estudio de R. Saavedra de 1.895, las negras disponen de una maniobra con su torre con la que, aparentemente, pueden lograr el empate. A pesar de esto las blancas consiguen imponerse.

Intenta hallar la solución, puedes dejar tu respuesta en los comentarios.

Fernández García - Díaz Rodríguez

Francisco J. Fernández García 1/2
José Antonio Díaz Rodríguez (2122) 1/2
Marmolejo, 16.11.08 Liga Andaluza (primera), ronda 6ª, mesa 5ª.
C10:Defensa Francesa (variante Rubinstein)
Había jugado un par de veces a ritmo rápido con mi rival y siempre había perdido. Esta vez pude obtener algo positivo, aunque el equipo no lo aprovechara después. Perdimos 4 a 1 frente al Reina Brillante de Córdoba.

1.e4-e6 2.d4-d5 3.Cc3-dxe4 la variante Rubinstein, juzgada durante bastante tiempo como inferior por el abandono del centro que se produce, pero perfectamente jugable y competitiva. De hecho, es una variante que a mí me resulta particularmente molesta

4.f3!? este signo es desde luego discutible; quizá fuera más ajustado ?!, pero perseguía entrar en alguna variante favorable del Blackmar-Diemer. Además, me gustan los follones desde el principio, que es cuando mejor rindo

4... -Ab4 buena respuesta. Otra opción sería 4...Cc6

5.Ae3 sabiendo lo que sé ahora, estoy dispuesto a jugar en otras ocasiones algo que me asustaba sobremanera en partida, es decir, 5.fxe4, sin temer especialmente a 5...Dh4+ 6.Re2-AxCc3 7.bxAc3-Dxe4+ 8.Rf2!=. De ahí que Fritz prefiera 5...Cf6 6.Ag5-h6 7.AxCf6-DxAf6 8.Cf3=



5... -Cf6 6.a3-AxCc3 7.bxAc3-0-0 8.Ag5 mi rival se lamentó después de la partida por haberse dejado clavar de esa manera. La verdad es que a mí esta jugada me gustó mucho, pues conlleva la dificultad psicológica añadida de mover una misma pieza dos veces. La otra opción es 8.fxe4-Cxe4 9. Ad3-Cxc3 10.Axh7+-RxAh7 11.Dd3+, con ventaja negra

8... -h6 9.Ah4-exf3N parece que esta es la novedad y no demasiado afortunada, pues justifica el dudoso juego del blanco. Quizá sea mejor 9...e3, que es lo que se había venido jugando. En cualquier caso, la ventaja negra disminuye considerablemente. En cuanto a Fritz propone 9...c5!? 10.fxe4-g5, con ventaja negra

10.Cxf3-Cbd7 11.Ad3-c5 12.0-0 siguiendo tranquilamente con mi desarrollo

12... -Da5 13.Ce5 complicando otra vez el juego de manera innecesaria. Bastaba con 13.De1=, que estuve considerando bastante tiempo, pero viendo que la partida se ralentizaría, empecé a calcular a lo hondo y vi lo que podía pasar hasta la jugada 16. Axc5, que me parecía prometedora

13... -Dxc3 14.CxCd7 aquí volví a repasar la variante, pero ya no había marcha atrás

14... -Dxd4+ dejándose tentar por el jaque, pero era mejor 14...CxCd7 15.Tb1-f5, con ventaja negra, variante que no había querido ver en mis cálculos anteriores, demasiado verticales

15.Af2-DxCd7 16.Axc5 y aquí salí a fumarme un cigarrillo, muy satisfecho de mí mismo. Supe después que Sebastián Almagro había considerado la posición como muy favorable a mis intereses y que él veía casi como única entregar la calidad con 16...b6. Más tarde, comiendo con Villar y Cepedello, me comentó que tenía un ajedrez muy unilateral, donde no me concedo el privilegio de retroceder en un momento dado. Cuando puse cara de circunstancias, me consoló diciendo que son sencillamente estilos..., malos estilos, pensé para mis adentros

16... -Te8 tomándose su tiempo. A Fritz le gusta lo que le gustaba al bueno de Sebas, es decir: 16...b6 17.AxTf8-RxAf8, con ligera ventaja negra

17.TxCf6!= buena jugada que, no obstante, sólo iguala, aunque yo creía en un principio que daría más

17... -Dd5! si 17.gxTf6?? 18.Dg4+-Rh8 19.Dh4, con ventaja decisiva blanca. Pero resulta que la jugada de mi rival no la había previsto y cuanto más la miraba más me gustaba. Me pareció buenísima, sin embargo de única, y casi me hace entrar en estado cataléptico. Contra mi costumbre, me sumí en una larga reflexión de más de media hora buscando y rebuscando, quedándome con unos veintitantos minutos en el reloj frente a la hora escasa de mi rival. Así las cosas, primero pensé en sacrificar la torre por segunda vez en f7, después en h6, luego le tocó el turno al alfil, después, acordándome de un capítulo del libro Al Ataque de Tal, pensé en sacrificarlo todo. Empleé mucho tiempo justipreciando lo que pasaba tras 18. Ae3, pero no lo veía claro, pues de reojo pensaba que quizá mi rival consiguiera contrajuego sobre la columna g. El caso es que de repente descubro (!), casi en el último momento, que tengo pieza de ventaja y que, por tanto, puedo entrar en una combinación a resultas de la cual me quedo con torre en séptima y un solo peón de desventaja, además de cierta posición dominante. Se me reveló como evidente que era eso lo que tenía que hacer, y apenas si le dediqué un minuto o dos a la continuación finalmente elegida. Al parecer, eso es lo que mis propios compañeros habían visto desde un inicio (está claro que estar fuera de la tensión de la partida le hace ver a uno muchas cosas) pero, tras mi pensada, dudaban muy mucho de que siguiera por ese camino. No hace falta insistir en lo agorero de su proceder, pero resulta que les tengo demasiado acostumbrados a ello

18.Ah7! + dos piezas en prise y sacrifico una tercera: bonito. Por cierto, si 18.Ae3-gxTf6 19.Dg4+-Rf8 20.Db4+-Rg7 21.Dg4+=

18... -RxAh7 19.DxDd5-exDd5 20.Txf7 y aquí ofrecí tablas que fueron aceptadas. Es cierto que podría haber seguido jugando sin riesgo especial, pero temía quedarme sin fuerzas tras el susto del Dd5 y el esfuerzo de encontrar la mejor continuación. En cuanto a Fritz, valora la posición como de estricta igualdad, aunque también parece claro que el juego blanco hubiera sido más fácil durante un buen puñado de jugadas.


Francisco J. Fernández

jueves, 4 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: J. Gunst, 1922


Blancas juegan y ganan. J. Gunst, 1922

 Blancas juegan y ganan.


  En este estudio de J. Gunst de 1.922, las blancas consiguen la victoria con una elegante maniobra.

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Robert James Fischer (1943-2008)


Poco después de perder ante Fischer el llamado Match del Siglo (1972), Boris Spasski efectuó una evaluación del juego de su rival que nunca he acabado de comprender. En efecto, señala algunas de sus virtudes y a continuación su principal deficiencia: "La principal es que juega al ajedrez de forma muy pura, como un niño" (cit. por G. Kasparov en Mis geniales predecesores, vol. 4, trad. de A. Gude, La Roda, Ediciones Merán, 2006, pág. 473). ¿Por qué la pureza de su ajedrez habría de representar una deficiencia? ¿A qué se estaba refiriendo Spasski? La explicación que da a continuación no parece aclararlo del todo: "Ahora esto representa una fuerza, pero más tarde puede hacerle daño, sobre todo en una lucha complicada, cuando se requieren otras cualidades, más refinamiento, gran experiencia" (ibidem).
No sé si el camino correcto para entender este comentario es fijarnos en cómo juegan los niños. Algunos de ellos adquieren en seguida un nivel ajedrecístico altísimo (el propio Fischer, el mismo Spasski), así que tal vez debamos detenernos más bien en niños normales, en niños que nunca serán grandes maestros. La primera vez que senté a mi hijo delante de un tablero no tendría dos años. Duró poco en esa situación. En cuanto pudo se sentó dentro del mismo. Jugar al ajedrez significaba para él habitar físicamente el tablero; desde luego, revelaba una buena comprensión posicional: hay que ocupar el centro. Hace unos cuantos días se me ocurrió explicarle que los peones han de proteger a las piezas. Su manera de jugar a partir de ese momento se convirtió en un rodear las piezas de peones (quebrantando de paso las reglas que rigen el movimiento de estos). Si se me ocurre comerle alguna, protesta inmediatamente aduciendo que estaba protegida: respeto por el material, podría decirse. Cuando, no obstante, consigo convencerle de que se trata de un simple cambio (una por otra) acepta a regañadientes. Toda pérdida de material, aunque esté equilibrada por su propia ganancia, es sufrida como una amputación (miedo a la castración, que diría un psicoanalista, dado que por su edad, cuatro años, se encuentra en plena resolución del complejo de Edipo). Por otro lado, nunca se atreve a capturar una pieza si no lo hago yo antes; se limita a mover de aquí para allá en función de ciertas simpatias, probablemente porque le es más fácil la identificación con ellas: ama los caballos, los peones, las torres, y presta poca atención a la dama o los alfiles, por ejemplo. Finalmente, cuando algo no le gusta (que su hermana de cinco años, en un suponer, le coma un caballo) se corre el peligro de que las diferentes piezas salgan volando: con el interior del brazo barre el tablero de un lado a otro y todo ha acabado.

Es dudoso que Spasski se refiriera a estos comportamientos, aunque no ha faltado quien tildara a Fischer de cierto infantilismo. Parece, más bien, que el diagnóstico iba referido a la forma de jugar. Es sabido que Fischer admiraba el estilo de los grandes jugadores soviéticos (Smyslov, Botvinnik, Bronstein, Taimanov, Tal, Spasski): "Me gustaba su juego: agudo, atacante, intransigente" (pág. 227 de la obra citada). También llama la atención la cita del Manual de Lasker que antepuso a su libro Mis 60 mejores partidas:"En el tablero la mentira y la hipocresía no sobreviven. La combinación creativa desenmascara la presunción de la mentira: el acto despiadado que culmina en el mate contradice al hipócrita". Cabría pensar que su ideal de juego debería tener las virtudes contrarias a esos defectos: Veracidad y honestidad. Traducir esto al ajedrez no es tan sencillo, sin embargo. Quizá Spasski pensara que ello era difícilmente compatible con el refinamiento y la experiencia. ¿Cómo ser veraz y refinado, cómo honesto y disponer de experiencia, es decir, de memoria de las vivencias pasadas? Smyslov señaló en una ocasión que Fischer tenía escaso sentido práctico: "aunque la meta deportiva estuviese asegurada, el juego de Fischer no mostraba la menor tendencia pacífica" (pág. 497 de la obra citada). En cuanto a su refinamiento es de destacar el menosprecio que siente por ciertas formas de plantear el juego. En una carta a Larry Evans dice: "Estoy sobre todo ocupado en estudiar viejos libros de aperturas y, lo creas o no, ¡estoy aprendiendo mucho! Al menos no le dedican espacio a la Catalana, la Reti, el ataque indio de rey y otras aperturas lamentables" (pág. 321 de la obra citada). Creo que Fischer despreciaba con toda su alma a los jugadores sibilinos, a los que renegaban de la auténtica lucha, del juego directo por un sentido equivocado de la prudencia, que se desvían de las presuntas preparaciones, yéndose de paso de Málaga a Malagón. Rafael Sánchez Ferlosio se inventó un epíteto para esta clase de gente en general: tontiastutos. Creo que Bobby hubiera estado de acuerdo con él. Lo que además consiguó fue demostrar los límites de la tontiastucia. Tras su desaparición tardaremos bastante en encontrar a alguien que vuelva a ponerlos en su lugar. Descanse en paz.

Francisco J. Fernández

miércoles, 3 de abril de 2013

Velada con Stefan Djuric


El pasado día 11 de abril pudimos disfrutar de una bonita velada con el GM serbio Stefan Djuric con motivo de su participación en el Torneo Innovandújar que Pedro Reyes ha tenido a bien organizar en la ciudad iliturgitana. Nos acompañaban Rosa Mora y Araceli Guerra, concejala de Medio Ambiente y Consumo del Ayuntamiento de Andújar. Nuestro invitado en seguida se prestó a contestar a una serie de preguntas con el fin de realizar una semblanza suya en el blog del club de Ajedrez Dama Morena. La lengua que nos unía era una especie de italiano francés castellano que no impidió la comunicación, a pesar de algunas torpezas lingüísticas que inevitablemente generaban risas y bromas. La verdad es que el ambiente fue muy distendido y Djuric se mostró amable en extremo, contestando a cada una de nuestras preguntas con total interés. Así, por ejemplo, se permitió bromear sobre el declive de su Elo, recordando los tiempos en los que lo tenía más alto (en 1996, tenía 2560). Evocaba también el momento en que se convirtió en Gran Maestro (1981) y hasta nos animó a visitarle en Montecatini Terme, en la Toscana, cerca de Florencia, que es donde reside actualmente.
Una de las primeras preguntas fue por sus jugadores favoritos. Casi sin pensar, aunque concediendo que era una pregunta difícil, dijo que Petrosian, uniendo en seguida su nombre al de Nimzowitch y a su libro Mi sistema. Justipreció en ese momento los sacrificios de calidad de Petrosian y rememoró alguna partida suya en la que había empleado este procedimiento, aunque con un talante más agresivo que el habitual en el genial armenio. No obstante, completó la pregunta hablando de Spasski, en el sentido de que su estilo de vida: elegante, caballeroso, hasta cierto punto indolente, siempre le había fascinado. En ese momento nos recordó que el primer GM con el que jugó fue Tal. Pero el caso es que a cada momento aparecían nombres legendarios en la conversación: Korchnoi, Bronstein, Miles, Fischer ("la pureza de su ajedrez"), Ivkov, Gligoric, Taimanov, Geller, etc. Jugadores con los que había trabado un conocimiento directo en lugares como Santa Mónica, Belgrado o Moscú.
Una de las cosas más interesante que dijo fue cuando se le preguntó acerca de cómo debe mejorar en el juego un aficionado. En ese momento se mostró rotundo. No hay que hacer papanatismo. Es decir, no hay que empeñarse en jugar como los famosos grandes maestros, empleando por ejemplo sus variantes. Más bien, hay que llegar a posiciones fuera de lo bendecido por la Autoridad: se trata de llegar a "posiciones que uno mismo ha creado". Djuric se definió en algún momento como un idealista, es decir, que valoraba más el aspecto creativo que el competitivo. De hecho, se distanció un poco de la llamada escuela yugoeslava donde se había forjado como jugador, comentándonos que su trayectoria había sido muy singular. Esta misma firmeza de carácter le llevaba a minusvalorar la importancia de las computadoras, aunque, como es habitual, las utiliza para cuestiones de información, aunque no tanto de comprensión del juego. Por cierto, nos habló de manera entusiasta de un aparatito (bastante frecuente en los Estados Unidos) que permite la transcripción de las jugadas durante las partidas.
En cuanto a sus aperturas favoritas, juega la Ruy López con negras, y no teme entrar en el Marshall, donde es un especialista (recientemente ha publicado en italiano tres volúmenes sobre aperturas), habiendo discutido con el propio Spasski algunas líneas que llevan su nombre y que Nunn ha consignado. En cuanto a su juego con blancas, es mucho más difuso: prefiere tener una idea del juego a una línea o líneas preferidas (un desarrollo más bien lento y amenazas no directas). Desde un punto de vista práctico, nos recordó que una partida no se pierde por un error, sino por dos. Que ese primer error puede ser corregido, y que no hay que venirse abajo cuando uno lo comete, aunque reconoció también que eso le resultaba más fácil de joven que ahora.
Respecto a la historia del ajedrez, alabó a los grandes maestros del pasado (Morphy, Steinitz, incluso Anderssen), no considerándolos inferiores a los actuales, aunque sin llegar a las tesis extremas de un Marovic, por ejemplo, que considera que actualmente no hay los genios que antes hubo. En este sentido, tampoco se mostró demasiado de acuerdo con John Watson señalando evoluciones o progresos en el ajedrez contemporáneo. Preguntado por su profesionalidad, declaró "odiar dar la impresión de ser un pirata", y cuando las féminas de la velada preguntaron por el ajedrez femenino, evocó una partida suya con una Judith Polgar de 10 años que se atrevió a plantearle un gambito de rey (entre risas vino a reconocer que no sabe aún cómo consiguió ganar), y otra suya con Nona Gaprindashvili, en la que ésta se rindió en posición que su entrenador le recriminó, aunque estaba objetivamente perdida.
Hubo también un momento particularmente interesante. Es cuando se habló de las virtudes intelectuales del ajedrez. La expresión de Djuric fue "inteligencia específica". Lo que vino a decirnos es que la destreza a la hora de jugar no garantiza la inteligencia general de una persona. De hecho, durante la conversación se percibía la amplitud de miras del Gran Maestro: los nombres de Dostoyevski, de Mozart, de Vivaldi, salían de su boca con la misma expresión de admiración que cuando citaba la habilidad de Velimirovic para evaluar un final o ponderar la prudencia de Petrosian.
En fin, una auténtica gozada regada con vino de La Mancha en el restaurante del Hotel del Val. Tras ello, se comprometió a jugar con nosotros unas partidas de Blitz una vez que finalizara el torneo. Al bueno de Pedro los ojos le hacían chiribitas.

Francisco J. Fernández

Nota bene: Efectivamente, una vez finalizado el torneo, que ganó naturalmente Djuric (segundo Juan Carlos Sánchez y tercero Romero Berruezo), algunos miembros de Dama Morena fuimos invitados a medirnos con el Maestro en partidas de Blitz (a 3 minutos). Por allí pasaron Pedro Reyes, Ruiz Casado, Carlos Martínez, Gerardo Cruz, Enrique Hermoso y quien esto escribe. Verdaderamente asombrosa su capacidad a ritmo tan rápido, aunque sin jugar a una velocidad extraordinaria ni mucho menos. De hecho, en apenas un puñado de partidas tuvo apuros de tiempo. Nuestras posiciones se disolvían como azucarillos. Y eso que concedía que jugáramos las variantes que mejor conocemos. Los Morras de Reyes, las Caro-Kannes de Ruiz Casado, los Marshalls de Fernández, las Escandinavas de Martínez, etc. Aceptaba incluso jugar con negras para enfrentarse a la variante del cambio de la Ruy López de Ruiz Casado, a la Escocesa de Martínez o al ataque Max Lange de Fernández. Todo en vano. En el momento en que me fui, tras algo así como seis horas de juego, el marcador iba por un 50 a 1. ¡Qué lástima que estos momentos sean tan esporádicos! 

lunes, 1 de abril de 2013

Miguel Illescas, JAQUE MATE, Estrategias ganadoras para tu negocio


Miguel Illescas, Jaque mate (Estrategias ganadoras para tu negocio), Alienta Editorial, Barcelona, 2012, 135 pp.
El GM barcelonés Miguel Illescas (con un Elo actual de 2620), ocho veces Campeón de España Absoluto, integrante del equipo olímpico desde 1986, es también un notable hombre de negocios. El libro que reseñamos pretende alabar las virtudes del ajedrez a la hora de potenciar recursos empresariales. El GM Lars Bo Hansen escribió no hace mucho un libro (Fundamentos de la estrategia ajedrecística, Madrid, La Casa del Ajedrez, 2007, trad. de A. Gude) dándole la vuelta al asunto, es decir, potenciar los recursos ajedrecísticos mediante las técnicas empresariales, con reflexiones muy agudas que aquí no pueden dejar de resonar. Alguna otra referencia hemos descubierto (compárese el subcapítulo "Habla con tus piezas", pp. 75-76, y las páginas dedicadas por Jonathan Rowson al mismo asunto en Los siete pecados capitales del ajedrez, Madrid, La Casa del Ajedrez, 2004, trad. de A. Gude, p. 45), pero está claro que el propósito del libro no era saldar deudas, sino generar ingresos (una poco afortunada portada ayuda a ello, peones blancos en forma de euros se enfrentan a un solitario peón negro en forma de dólar). La inversión conceptual efectuada por Illescas no es tan convincente como el trabajo (verdadero trabajo) de Hansen, pero es un pero que se le puede poner a otros libros parecidos, como el de Kasparov, Cómo la vida imita al ajedrez (Barcelona, Mondadori, 2007, trad. de M. Roca). De hecho, todos los intentos de extrapolar el ajedrez a otros ámbitos suelen adolecer de tal defecto, tan concreto es el juego.
El origen del libro es claro. Illescas se ha dedicado últimamente a dar algunas conferencias en Cámaras de Comercio, Centros de Excelencia, etc. relacionando el ajedrez con la estrategia empresarial. Los estudios de Innovación ahora tan en boga precisan de modelos e Illescas ha conseguido hábilmente hacerse un sitio en esa búsqueda. El libro supongo que es una puesta en limpio de esas conferencias que han tratado de inteligencia artificial, de toma de decisiones, gestión del éxito, etc. La parte más interesante es a mi juicio la relacionada con su colaboración con IBM en el famoso match de Kasparov y Deep Blue, así como su labor de entrenador del ex-campeón mundial Vladimir Kramnik, aunque el nivel de explicitación de lo allí acontecido es francamente mejorable y merecería más páginas, dado su interés. Por ejemplo, cuando dice que a Deep Blue se le introdujeron más de tres mil argumentos lógicos con el propósito de acercar el pensamiento del ordenador a la forma de pensar humana (p. 52). Un poco de detalle sobre esos argumentos no estaría nada mal, sobre todo porque sabemos por otros testimonios que los mismos ajedrecistas que asesoraban a IBM eran incapaces de apalabrar las diferencias cuantitativas de evaluación que escupía la máquina.
El volumen se completa con una serie de anécdotas más o menos conocidas (más bien más que menos), pero que pueden tener su gracia para un lector neófito, así como una caracterización de las diferentes virtudes que han adornado a los distintos campeones del mundo, ponderando por ejemplo de Steinitz su ciencia y su lógica, de Lasker, su lucha y psicología, de Capablanca, su talento y sencillez, etc. Lo malo es que esas caracterizaciones, con ser acertadas, son tan abstractas, que prácticamente todo vale, la prudencia y el riesgo, el instinto y el método, el pragmatismo y el carácter, el talento y la preparación, de tal forma que no pasan de ser etiquetas identificativas, pero cuya utilidad no se descubre, dado que no son conceptos construidos por el propio Illescas, sino tomados sin ningún rigor del universo de la semántica más mundana (incluido el DRAE). En fin, nos tememos que nos esperan más libros como estos, ya con estos temas, ya vinculando el ajedrez al Alzheimer o a la eyaculación precoz. Los sufriremos en silencio.

Francisco J. Fernández