Durante el pasado Campeonato de España sub 10, celebrado en Salobreña (Granada), mi buen amigo José Manuel Villar y yo mismo acompañamos al joven jiennense Manuel Fernández Checa (nueve años, año 2004). El resultado final fue insatisfactorio (3,5 de 9), perdiendo las tres últimas partidas. Se estancó en la sexta ronda después de haber liquidado a su adversario en 17 jugadas, fruto de una preparación casera. Hay victorias contraproducentes, desde luego. El entrenamiento de un niño tan pequeño es asunto difícil y en cierto sentido nuestra falta de experiencia en estas lides se hizo notar. Por otra parte, el nivel de estos pequeños jugadores es notable y muchos de ellos atesoran ya mucha experiencia, sin contar con que la mayoría cuentan con entrenadores y monitores más o menos profesionales. En cierto sentido, y con independencia de lo que el torneo haya dejado como poso en Manuel, ha sido una escuela de aprendizaje para nosotros. Por otro lado, Manuel es un niño con mucha personalidad, con instinto de ataque y muy combinativo, pero que adolece de graves deficiencias posicionales, cosa que hasta cierto punto es natural, pero que se ven incrementadas más de lo normal porque su estilo de juego es bastante unilateral y arriesgado, de tal manera que cualquier imprecisión táctica arruina sus delicadas posiciones. En cierto sentido, es como si jugara un ajedrez demasiado complicado para la edad que tiene. Respetar su estilo de juego es por lo tanto algo que parece necesario, pues francamente disfruta con el mismo. Corregirlo sin desvirtuarlo (obligándole a jugar pasivo o a construir castillitos, cosa muy común entre los niños, probablemente por influencia de sus entrenadores) es la tarea.
La partida que traigo a colación fue la de la cuarta ronda. Llevaba en ese momento dos de tres, tras haber desaprovechado su mejor posición en la primera partida. Ganó las dos siguientes y le tocaba enfrentarse al Campeón de Cataluña sub 10 (William Harutian, 1517 FIDE, año 2003), el cual había barrido a sus rivales en ese torneo con 8 de 9, perdiendo solamente la última partida. La verdad es que no dábamos un duro por el pobre Manu, pero repasamos algunas variantes de la francesa (no precisamente la que se jugó, a la que dedicamos poco tiempo) y nos encomendamos a Santa Teresa, patrona de los ajedrecistas. Además, era la primera vez que podríamos seguir por internet el desenvolvimiento de la partida. Allí que nos instalamos y, a pesar de algunos problemas con la conexión, que nos impidió seguir en vivo los primeros movimientos, nos dispusimos a sufrir y disfrutar del juego de los niños.
La partida que traigo a colación fue la de la cuarta ronda. Llevaba en ese momento dos de tres, tras haber desaprovechado su mejor posición en la primera partida. Ganó las dos siguientes y le tocaba enfrentarse al Campeón de Cataluña sub 10 (William Harutian, 1517 FIDE, año 2003), el cual había barrido a sus rivales en ese torneo con 8 de 9, perdiendo solamente la última partida. La verdad es que no dábamos un duro por el pobre Manu, pero repasamos algunas variantes de la francesa (no precisamente la que se jugó, a la que dedicamos poco tiempo) y nos encomendamos a Santa Teresa, patrona de los ajedrecistas. Además, era la primera vez que podríamos seguir por internet el desenvolvimiento de la partida. Allí que nos instalamos y, a pesar de algunos problemas con la conexión, que nos impidió seguir en vivo los primeros movimientos, nos dispusimos a sufrir y disfrutar del juego de los niños.