miércoles, 27 de marzo de 2013

ZERMELO SOBRE EL AJEDREZ

Ernst Zermelo (1871-1953), matemático alemán, fue uno de los creadores de la teoría axiomática de conjuntos. La axiomática conjuntista más usada hoy lleva el nombre de ZF por Zermelo y Fraenkel, o ZFC si se añade a ZF el axioma de elección, que Zermelo utilizó en un famoso artículo de 1908 para demostrar que todo conjunto puede ser bien ordenado; en ese mismo año, Zermelo propuso la primera versión de lo que evolucionaría gracias a Fraenkel y Skolem hasta convertirse en la teoría ZFC. Hoy se reconoce además que Zermelo había descubierto en Gotinga antes que Russell la conocida paradoja del conjunto de todos los conjuntos que no se pertenecen a sí mismos. En 1913 apareció el artículo de Zermelo sobre el ajedrez que traducimos, en el que suele considerarse que demuestra el llamado ‘teorema de Zermelo’ sobre teoría de juegos, considerado el primer teorema de esa disciplina matemática.

De las versiones del teorema, una de las más sencillas dice: en un juego finito, de información perfecta, en el que se enfrentan dos jugadores y en el que no interviene el azar, o bien un jugador tiene una estrategia ganadora o bien ambos tienen una estrategia que les permite forzar tablas. En efecto, Zermelo construye en el artículo dos conjuntos de continuaciones del juego a partir de una posición dada q: uno, que puede ser vacío, ofrece a las blancas una estrategia ganadora a partir de q; si ese conjunto es vacío, existe otro, quizá vacío, que permite a las blancas forzar tablas; si este segundo conjunto también es vacío, las negras tienen una estrategia ganadora a partir de q y las blancas no pueden más que demorar la derrota hasta un número máximo de movimientos. Como la misma situación se da para las negras, las alternativas posibles son que las blancas tengan una posición ganadora, que la tengan las negras o que ambos jugadores puedan forzar tablas.

Dadas las características del juego, el teorema es casi trivial. Tiene, sin embargo, el mérito de haber inaugurado la teoría de juegos, que habría de convertirse en una rama floreciente de las matemáticas gracias al trabajo de matemáticos como el famoso John Nash, Morgenstern o Von Neumann.

SOBRE UNA APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS A LA TEORÍA DEL AJEDREZ

Ernst Zermelo

Las consideraciones siguientes son independientes de las reglas concretas del juego del ajedrez y valen en principio para cualquier juego intelectual no de azar semejante, en el que se enfrentan dos jugadores. Pero, por mor de concreción, preferimos ejemplificar aquí con el ajedrez, siendo éste el juego más conocido de este tipo. No se trata de exponer aquí un método para la práctica del juego sino de contestar a esta pregunta:

¿Puede determinarse de manera matemáticamente objetiva el valor que una posición posible en el juego tiene para uno de los jugadores y puede determinarse, o al menos definirse, cuál es el mejor movimiento posible para él sin recurrir a construcciones con matiz psicológico y subjetivo como la del ‘jugador perfecto’?

Que esto es posible al menos en algunos casos lo revelan esos problemas de ajedrez, es decir, ejemplos de posiciones, en los que cabe demostrar que el jugador que mueve puede forzar el mate en un número predeterminado de movimientos. Creo que merece la pena investigar si una tal valoración de la posición es teóricamente concebible y tiene sentido también en aquellos casos en los que el análisis de la situación encuentra un obstáculo, insalvable en la práctica, en el elevado número de las posibles continuaciones del juego. Y creo que esta averiguación es necesaria para sentar el fundamento de la teoría de los finales de juego y de las aperturas, tal como se encuentra expuesta en los libros de enseñanza del ajedrez. El método utilizado en las líneas que siguen para la solución de ese problema se ha tomado de la teoría de conjuntos y del cálculo lógico, y revela la utilidad de esas disciplinas matemáticas también en casos que involucran solamente totalidades finitas.

Como el número de escaques y de piezas es finito, es también finito el conjunto P de las posiciones posibles p0, p2, p3, …, pt, entre las que dos posiciones por lo demás iguales deben distinguirse también atendiendo a cuál es el jugador al que toca mover, a si uno de los bandos ha enrocado ya, a si algún peón ha coronado, etc. Sea entonces q una de esas posiciones; para q hay un conjunto Q de finales posibles fq, es decir, un conjunto de secuencias (q, q1, q2,…) de posiciones que, partiendo de q, suceden unas a otras de acuerdo con las reglas del juego, de tal manera que cualquier posición qn de entre esas sucede a la posición qn-1 a través de un movimiento permitido de las blancas o las negras. Cada uno de esos finales de juego fq termina en una posición de mate o de ahogado[1], o, al menos teóricamente, continúa indefinidamente y en este caso el resultado de la partida tendría que considerarse indeterminado o sería tablas (remis). El conjunto Q de todos esos posibles finales de juego fq que parten de q es un subconjunto, finito o infinito, pero bien definido, del conjunto Pa que contiene todas las secuencias enumerables de elementos p del conjunto P.

Algunos de esos finales de juego fq pueden conducir a la victoria de las blancas en no más de r movimientos (entendiendo por ‘movimiento’ el paso de una posición pn-1 a una posición pn, es decir una media jugada, no una jugada completa), aunque en general esto dependerá de cómo jueguen las negras. Pero ¿cómo debe ser una posición q para que las blancas puedan forzar el mate en no más de r movimientos, con independencia de cómo jueguen las negras? Afirmo que la condición suficiente y necesaria para eso es la existencia de un subconjunto no vacío Sr(q) del conjunto Q tal que:

1. Todos los elementos fq del conjunto Sr(q) terminan con la victoria de las blancas en no más de r movimientos, de tal manera que cada secuencia fq contiene como mucho r términos, lo que implica que Sr(q) es siempre finito.

2. Si fq = (q, q1, q2, …) es un elemento cualquiera de Sr(q) y si qn es un término cualquiera de fq, que se da tras un movimiento de las negras y que será un término par o impar de fq según quién juegue en q, y si, finalmente, q’n es una variante posible, porque las negras desde qn-1 podrían jugar tanto qn como q’n, entonces Sr(q) contiene al menos un elemento fq’n = (q, q1, …, qn-1, q’n, …), que tiene en común con fq los primeros n términos. De hecho, en ese y solo en ese caso, pueden las blancas empezar con un elemento cualquiera fq de Sr(q) y, si las negras juegan q’n en vez de qn, contestar con un correspondiente q’n+1[1] que asegure su victoria en no más de r movimientos.

Ciertamente, puede haber más de un conjunto Sr(q) pero la unión de cualquier par de ellos cumplirá las condiciones 1 y 2, y también lo hará la unión U(Sr(q)) de todos ellos, que está bien definida por r y q, y que será diferente de Ø, es decir, que tendrá al menos un elemento, con tal que de que realmente exista un Sr(q). En consecuencia, que U(Sr(q)) ≠ Ø es la condición necesaria y suficiente para que las blancas puedan asegurarse la victoria a partir de q en no más de r movimientos. Si r< r’, entonces U(Sr(q)) es subconjunto de U(Sr’(q)), puesto que todo conjunto Sr(q) satisface las condiciones impuestas a los conjuntos Sr’(q), de modo que debe estar incluido en U(Sr’(q)); y si m es el menor número para el que U(Sm(q)) ≠ Ø, entonces S*(q) = U(Sm(q)) es la intersección de todos los U(Sr(q)) y contiene todas aquellas continuaciones del juego a partir de q que permiten a las blancas ganar en un número mínimo de movimientos. Para esos valores mínimos m = mq hay un valor máximo T≤ t, que depende de q y donde t+1 el número de todas las posiciones posibles, de modo que la condición necesaria y suficiente para que exista algún Sr(q) no vacío y las blancas puedan asegurarse la victoria a partir de q es que U(ST(q)) ≠ Ø. Si desde una posición q es posible forzar la victoria, entonces, como vamos a mostrar, es posible hacerlo en no más de t movimientos. De hecho, todo final fq = (q, q1, q2, …, qn) con n > t contiene una posición qa = qb repetida y las blancas podrían haber jugado la primera vez que esa posición se dio tal como lo hacen en la segunda y así haber ganado en menos de n movimientos; por tanto, m ≤ t.

Si, en cambio, S(q) = Ø, entonces las blancas pueden como mucho, si juegan bien, conseguir tablas pero también podrían estar en una posición perdedora y entonces solamente podrían intentar demorar el mate todo lo posible. Si las blancas tienen la posibilidad de aguantar hasta el j-ésimo movimiento, entonces tiene que haber un subconjunto Zj(q) de Q tal que

1. En ninguno de los finales contenidos en Zj(q) pierden las blancas antes del j-ésimo movimiento.

2. Si fq es un elemento cualquiera de Zj(q) y en fq la posición qn puede ser reemplazada por la posición q’n como consecuencia de un movimiento permitido de las negras, entonces Zj(q) contiene al menos un elemento de la forma

fq’n = (q, q1, q2 …, qn-1, q’n, …),

que tiene en común con fq[3] los primeros n-1 elementos y después continúa con q’n. También los conjuntos Zj(q) son todos subconjuntos de su unión U(Zj(q)), que queda unívocamente determinada por j y q, y que tiene la misma propiedad que Zj, y para cada j < j’, es U(Zj(q)) subconjunto de U(Zj’(q)). Para los números j para los que U(Zj(q)) es diferente de Ø vale que o bien carecen de máximo o bien j ≤ J[4] ≤ T ≤ t, dado que el contrario, si puede asegurarse la victoria, debe poder hacerlo en no más de T movimientos. Así, las blancas pueden asegurarse tablas si y solo si U(ZT+1(q)) ≠ Ø. Si no pueden asegurarse tablas, entonces pueden, mediante Z*(q) = U(ZJ(q)), retrasar la derrota al menos durante J ≤ T movimientos. Como todos los conjuntos Sr(q) satisfacen las condiciones impuestas a los conjuntos Zj(q), el conjunto U(Sr(q)) es subconjunto de U(Zj(q)) y S(q) es subconjunto de Z(q). El resultado de nuestras consideraciones es, por tanto, el siguiente:

A cada posición posible del juego corresponden dos conjuntos bien definidos S(q) y Z(q), subconjuntos del conjunto Q de todos los finales de juego que empiezan con q, y de esos dos el primero es subconjunto del segundo. Si S(q) es distinto de Ø, entonces las blancas pueden forzar su victoria con independencia de cómo jueguen las negras y pueden hacerlo en no más de m movimientos por medio de un subconjunto Sm(q) de S(q) pero no pueden hacerlo con seguridad en menos movimientos. Si S(q) = Ø pero Z(q) ≠ Ø, entonces las blancas pueden al menos hacer tablas mediante los finales de juego contenidos en Z(q). Cuando Z(q) es vacío, las blancas, si el contrario juega bien, pueden solamente demorar la derrota hasta el J-ésimo movimiento mediante un conjunto bien definido Z*(q) de continuaciones del juego. En cualquier caso, solamente las partidas contenidas en S*(q) o Z*(q) pueden considerarse ‘correctas’ desde el punto de vista de las blancas; mediante cualquier otra continuación, las blancas, si están en posición ganadora, dejarían escapar o demorarían la victoria, si el contrario juega bien; y si no están en posición ganadora, harían posible o acelerarían su derrota. Para las negras valen observaciones enteramente análogas y las partidas que deberían contar como partidas jugadas correctamente hasta el final a partir de q son las que satisfacen simultáneamente las condiciones de cada bando, y éstas forman un subconjunto bien definido W(q) de Q.

Los números t y T son independientes de la posición y quedan determinados solo por las reglas del juego. A cada posición del juego corresponde un número m = mq o un número J = Jq, ninguno mayor que T, según sea que las blancas pueden forzar su victoria en m movimientos, pero no en menos, o que pueden hacerlo las negras en J pero no en menos movimientos. La teoría específica de este juego debería calcular esos números o al menos delimitar sus valores entre unos mínimos y unos máximos, lo que hasta ahora no se ha conseguido más que en los ‘problemas de mate en n jugadas’ o en los finales de partida propiamente dichos. La cuestión de si la posición inicial p0 es ya una posición ganadora para alguno de los bandos es por ahora un problema abierto. Si se le diera una solución rigurosa, entonces ciertamente el ajedrez perdería su condición de juego.

Zermelo, E. 1913. Über eine Anwendung der Mengenlehre auf die Theorie des Schachspiels, Proc. Fifth Congress Mathematicians, (Cambridge 1912), Cambridge University Press 1913, pp. 501-504.

Texto original según

http://www.socio.ethz.ch/publications/spieltheorie/klassiker/Zermelo_Uber_eine_Anwendung_der_Mengenlehre_auf_die_Theorie_des_Schachspiels.pdf

Traducción de Laureano Luna Cabañero.

[1] ‘Ahogado’ o ‘rey ahogado’ denota la situación en la que un jugador, cuyo rey no está en jaque, no puede hacer ninguna jugada permitida, lo que da lugar a tablas. N. del T.

[2] En el original no aparece el ‘+1’, lo que debe de ser una errata. N del T.

[3] En el original aparece ‘q’, lo que seguramente es una errata. N del T.

[4] Debe entenderse que J es el máximo de los números j como T es el máximo de los números t. N del T.

Diferencia y repetición de una partida de ajedrez

  En su excelente libro Las semanas del jardín (Madrid, Alianza editorial, 1981), Rafael Sánchez Ferlosio hace una caracterización de diferentes espectáculos atendiendo a una serie de variables: Acontecimiento y Texto, por un lado, y Función y Figura, por el otro. De esta manera, queda diseñado un cuadro como el siguiente, donde se emparejan conceptualmente una serie de espectáculos:

         ACONTECIMIENTO        TEXTO
FUNCION  Competición deportiva Circo
FIGURA   Tauromaquia           Ballet

  Explicaré brevemente a qué hacen referencia los conceptos involucrados para poder pasar al ejemplo ajedrecístico a continuación. Con Acontecimiento, Sanchez Ferlosio se refiere a la dimensión de no repetición que tienen los toros o un partido de fútbol, de tal manera que sería absurdo que alguien adujera que no va a una corrida de José Tomás, por ejemplo, porque ya lo ha visto torear anteriormente. Con Texto se hace referencia a todo lo contrario: al hecho de que el circo o el ballet siguen un guión predeterminado, de ahí lo insufrible que resulta asistir a dos representaciones circenses para escuchar los mismos chistes de los payasos. En cuanto al concepto de función se hace referencia con él a una dimensión de eficacia: lo que importa en el circo o en un partido es hacer las cosas no tanto bonitas como bien, es decir, cumplir con un objetivo competitivo o de habilidad, de ahí que el lema de jugar bonito sea hipócrita dado que da lo mismo meter un gol desde el centro del campo que que rebote en el culo de un defensa. Evidentemente, eso no ocurre con el concepto de Figura, donde de lo que se trata es de hacer las cosas bellamente. No se trata de matar al toro de cualquier manera (Gregorio Corrochano hablaba del rincón de Ordóñez para describir los bajonazos que el matador rondeño hacía pasar por otra cosa), sino de acuerdo con unos requisitos estéticos. En fin, las reflexiones de Ferlosio son tan sesudas como interesantes, pero no podemos detenernos en ellas. Confío en que con lo dicho, el lector disponga de suficientes elementos de juicio.
  El problema que quiero plantear es el de un posible encuadre del ajedrez dentro de este esquema. En principio, se trata de una competición deportiva, por lo que las variables que le afectan son la de acontecimiento (la unicidad de la partida) y la de función (el objetivo es ganar, sea como sea). Cada partida es única y una bella partida vale lo mismo que una que sea una patética comedia de errores. Y sin embargo algo nos dice que el ajedrez es algo más. Hay algo así como una belleza aplicada a las partidas de ajedrez y hay algo así como un asombro circense cuando la técnica desplegada por el ajedrecista es tan asombrosa como la de un malabarista (un ejemplo sería el dominio de la posición de Lucena o de la defensa de Philidor en los finales de torre). Es más, hay algunas partidas que parecen incluso ballet: me refiero a aquellos momentos en que los jugadores siguen una larga variante aprendida de antemano (aunque sin acuerdo previo) ante el asombro de los mirones. Como, por suerte o por desgracia, soy muy aficionado a las variantes forzadas me he encontrado en ocasiones no jugando, sino algo así como bailando, siguiendo unos pasos. No está de más decir que cuando la memoria se agota, la sensación de que uno puede tropezar en cualquier momento es muy acusada. Así que, aunque la dimensión deportiva del ajedrez no puede ser minusvalorada (¡y ay de aquel jugador que lo haga, pues sus resultados se resentirán de inmediato!), también es cierto que el juego tiende a bizquear por su propia naturaleza hacia variables en principio alejadas de su concepto.
  En diciembre del 2006 fui con Francisco José Gadeo y Juan Subirats a Santa María de Trassierra (Córdoba) a jugar el III Open de Navidad. Allí nos encontramos con Sebastián Almagro y Juan Carlos Sánchez, entre otros conocidos. Las partidas eran a 10 minutos a finish. Gané las dos primeras e hice tablas en la tercera con un tal Manrique Alamos (2182 Fide). En la cuarta ronda me tocó con Gadeo, que llevaba los mismos puntos que yo tras ganar, si no me equivoco a Juan Carlos Sánchez, al que, por cierto y contra su costumbre, se le dio muy mal aquel torneo. Nunca había jugado con Gadeo una partida oficial aunque sí muchas amistosas en Jamilena, donde en verano se suelen reunir los integrantes de La Estrella. Antes de la partida, le hice una oferta tácita de tablas, con el nada secreto objetivo de evitar a los jugadores más fuertes en la siguiente ronda. El caso es que aceptó y empezamos a jugar, llevando yo las negras.



1.d4-d5 2.Cf3-Cf6 3.c4-e6 4.Cc3-c6 5.Ag5 (sorpresa, Gadeo suele jugarme la variante del cambio)-dxc4 (me lo tuve que pensar, porque la partida podía entrar en una variante muy aguda, la variante Botvinnik, D44, lo que quizá no fuera demasiado aconsejable estando las tablas en el horizonte) 6. e4 (pues nada, que nos metemos en un auténtico berenjenal táctico. La verdad es que en otras circunstancias Gadeo no hubiera entrado al trapo) -b5 7. e5-h6 8.Ah4-g5 9.Cxg5-hxCg5 (por un momento estuve tentado de jugar 9...Cd5!?, pero no me atreví porque supuse que Gadeo conocería menos esta variante y podía comprometer las tablas o en otras palabras, que podía perfectamente quedarme perdido y me hubiera dado vergüenza aceptar una eventual oferta de tablas) 10.AxCg5-Ae7 (esta jugada fue la defensa favorita de Smyslov contra Kasparov en su match de principios de los ochenta) 11.exCf6-Axf6 12.AxAf6-DxAf6 13.g3 (esta jugada me tranquilizó, pues denotaba conocimiento de los esquemas usuales de la variante por parte de mi amigo; lo malo es que yo iba a llegar pronto a las jugadas delicadas) -Ca6 14.Ag2 (contra Fritz, yo suelo jugar aquí 14.Ce4) -Ab7 (la otra opción es 14.Cb4; la textual permite un goloso tacticismo que no da demasiado y que incluso se le puede atragantar al osado) 15.Cxb5-0-0-0 (si ahora 15...cxCb5 16.AxAb7-Cb4! 17.AxTa8?? (es mejor 17.0-0-Tb8=)-Cd3+ 18.Rd2, con ventaja decisiva negra, pero lo cierto es que me daba miedo iniciar una secuencia que nos equivocara por su misma complejidad) 16.Da4 (no lo sabía entonces, pero esta jugada garantiza las tablas, aunque asusta lo suyo. Jugar a ganar pasa por 16.Cxa7) -cxCb5 17.AxAb7-RxAb7 18. Dxb5+-Ra8 19. Dc6+ (jaque, novedad y tablas). Si el blanco intenta 19.DxCa6 se encuentra con la desagradable sorpresa de 19...Df3 con ventaja decisiva negra. En fin, la partida es notable (la tranquilidad con que encaramos el compromiso de jugar entre nosotros puede que afectara a la calidad de la misma), pero me pregunto si, al menos en mi caso, jugué verdaderamente cuando resulta que el texto de la partida ya había sido escrito (Krausser-Kula, Berlin, 1994, partida que acabó en tablas después de que el blanco jugara la codiciosa 19.DxCa6 y el negro respondiera torpemente con 19...Rb8). Sé que a algunos estas repeticiones de acontecimientos vivos no les afectan demasiado, pero resulta que a mí sí. Las lecciones filosóficas que se puedan extraer de todo ello, las dejaré para otra ocasión.

Francisco J. Fernández

martes, 26 de marzo de 2013

Davor Komljenovic vs. Francisco J. Fernández García

XVII Internacional Basilio Vela
20 de abril 2008
Davor Komljenovic(2462) vs. Francisco J. Fernández García

Primera ronda y me toca enfrentarme a un veterano Gran Maestro. Había jugado una docena de partidas de Blitz con el GM Djuric una semana antes y creo que aquello me sirvió de estímulo para intentar hacer una buena partida.

B32 Defensa siciliana

1.e4,c5 2.Cf3,Cc6 3.d4,cxd4 4.Cxd4,e5
Una aguda variante muy antigua, que durante mucho tiempo ha estado en el repertorio del talentoso José Miguel Ortega, quizá el jugador que más me haya influido, tal vez por las clases que me daba en mis tiempos de Almería.
5.Cb5,a6otra opción es 5.d6, que también puede dar un juego muy vivo
6.Cd6,AxCd6 7.DxAd6,Df6 8.Dd1


la variante principal, pero hay otras retiradas: la alternativa es 8.Da3, así me suele jugar Lerma, por ejemplo, pero también es interesante el cambio de damas: Ruiz Casado me las hace pasar canutas cuando cambia en f6
8…,Dg6adopté este movimiento tras ver la victoria de las negras en una partida entre Kramnik y Vallejo de hace algunos años
9.Cc3,d5
lo más exigente, aunque tal vez no lo mejor, la otra opción es 9...Cge7, que es como jugó Vallejo; creo que la partida fuente para esta variante es una entre Fischer y Tal, donde venció el americano
10.Cxd5,Dxe4+ 11.Ce3Una jugada tontiastuta. Hasta Orihuela, con el que he jugado esta variante un par de veces, arrugó el hocico. Evidentemente, Komljenovic sabía que la variante sigue con 11.Ae3 con la amenaza Cc7+, pero supongo que pensó que no quería sorpresas de un membrillo. Probablemente fue una decisión acertada pues consiguió sacarme de lo que mejor conocía
11…,Ae6
tomándome mi tiempo, tras haber estado jugando hasta entonces al toque
12.Ad3
parece peor 12.c3-Td8 13.Dc2-Cf6 14.Ae2-0-0 15.0-0 Popovic-Speelman, Hastings, 1980, tablas
12…,Dh4
otra opción podría ser 12...Dd4
13.0-0,Td8 14.Df3
desde que hizo 11.Ce3, Komljenovic está jugando muy fuerte, pero la posición está igualada
14…,Cf6N
según mi base de datos la novedad, aunque ya no hay jugadores fuertes respaldando la variante: se había jugado 14...Cge7 que también es buena, pues controla f5, que es a donde va mi rival
15.Cf5-AxCf5 16.Dxaf5en vez de 16.Axaf5-Cd4 17.Dh3-DxDh3 18.AxDh3-Cxc2, con ventaja negra
16…,h6
para evitar Ag5
19.f4?!
tras la partida, Komljenovic percibió inmediatamente en este avance un cierto apresuramiento. En efecto, se imponía 17.g3-Da4 18.c3=
19…,g6 18.g3quizá sea mejor 18.Dh3!? DxDh3 19.gxDh3, con ventaja negra
18…,gxDf5
también estuve pensando en 18...Dxg3+, pero Komlejenovic me dijo después que había sido mejor la que hice, pues el peón de h se hubiera acercado al centro
19.gxDh4-e4 20.Ae2-Tg8+aquí ya me sentía muy bien
21.Rh1,Cd4caballos contra alfiles, pero compensado absolutamente por la situación expuesta del rey blanco y el dominio de dos columnas por parte de las negras
22.Ad1,Cf3
Fritz propone la más tranquila 22...Ce6!? con ventaja decisiva, pero ni se me ocurrió
23.AxCf3
supongo que contento por desprenderse de un peligroso caballo y hasta por la posibilidad de ganar un peón
23…,exAf3
en este momento, Davor hizo como el gesto de ir a capturar el peón, pero ipso facto se dio cuenta de que se dejaba dar mate. Resopló
24.Ae3,Tg2 25.Txf3Se imponía 25.Tac1, con ligera ventaja negra
25…,Txc2 26.Tf2,TxTf2 27.Axf2,Ce4tal vez fuera mejor ocupar la séptima con la torre
28.Ae3,Tc8con la idea de entrar en séptima, cosa que podía haber hecho una jugada antes
29.Tc1,TxTc1+ 30.Axc1
y la partida acabó en tablas algo así como cuarenta jugadas después. El Gran Maestro se puso entonces a mover el alfil de aquí para allá, pero coloqué todos mis peones en blanco y centralicé el rey. San Martín que estaba por allí se ocupó de llamar al árbitro para prevenir tontiastucias y reclamé tablas cuando la posición se repitió, no sé si por quinta o duodécima vez. Pero El Gm no daba su brazo a torcer y me decía: estás mejor, puedes ganar. Finalmente, Pedrito, el árbitro adjunto, declaró la partida tablas.

Francisco J. Fernández

domingo, 24 de marzo de 2013

Analizar nuestras propias partidas

Lo normal es que, a la hora de prepararnos para un determinado torneo, nos fijemos sobre todo en los posibles rivales y en buscar y analizar partidas suyas. A menudo este casi nuestro único entrenamiento. Pero hay una actividad, altamente productiva, que solemos olvidar: analizar nuestras propias partidas, algo que deberíamos hacer de manera sistemática.

¿Por qué debemos analizar nuestras partidas? Se podrían esgrimir numerosos argumentos, y todos beneficiosos para mejorar nuestro juego, pero vamos a centrarnos en los que considero más importantes:

-El primero es que aprenderemos mucho más acerca de la apertura que hemos jugado, sobre todo, si en algún momento nos hemos visto sorprendidos por una jugada del contrario que no conocíamos. Si es así, el análisis será muy productivo y nos ayudará a conocer mejor las aperturas.

            -El segundo, aprenderemos finales. ¿Quién no se ha enfrentado alguna vez a un final, que sabe que es teórico, pero no recuerda exactamente cuál es el plan correcto? El análisis posterior de la partida nos ayudará a encontrar el camino adecuado y hará que tarde bastante tiempo en volver a olvidársenos.

            -El tercero, el más importante, encontrarás tus errores, incluso en las partidas que has ganado y de las que te sientes orgulloso, comprobarás que no has jugado tan bien como creías. Observarás tus procesos mentales, errores recurrentes y los fallos estratégicos y tácticos.

            Hoy en día el uso del ordenador y de Internet es algo cotidiano en cualquier actividad y en la nuestra es fundamental. El uso de programas y motores de juego nos aportarán una ayuda inapreciable. Es como si un GM de 2.600 ELO nos analizara nuestros movimientos, pues ese es el rating que alcanzan muchos de los programas que hay en el mercado.

            Lo que es seguro, es que después del análisis, sabrás más ajedrez que antes de empezar a analizar.

            Más adelante hablaremos de la manera correcta para realizar nuestros análisis caseros.

Problemas de Ajedrez: Timman, 1971

Timman, 1971

Blancas juegan y ganan.


En este estudio de Jan Timman de 1.971, las blancas poseen una clara ventaja de material, pero la posición que ocupan los peones negros hace que el camino a la victoria no sea fácil.
Intenta hallar la solución, puedes dejar tu respuesta en los comentarios.
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