domingo, 7 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: Emanuel Lasker, 1.890

Blancas juegan y ganan. Em. Lasker, 1890

Blancas juegan y ganan.


  En este estudio del genial Emanuel Lasker de 1.890, a pesar de la aparente igualdad, las blancas vencen con una hábil maniobra de su rey.

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viernes, 5 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: R. Saavedra, 1895

Blancas Juegan y ganan. R. Saavedra, 1895,

Blancas juegan y ganan.


  En este estudio de R. Saavedra de 1.895, las negras disponen de una maniobra con su torre con la que, aparentemente, pueden lograr el empate. A pesar de esto las blancas consiguen imponerse.

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Fernández García - Díaz Rodríguez

Francisco J. Fernández García 1/2
José Antonio Díaz Rodríguez (2122) 1/2
Marmolejo, 16.11.08 Liga Andaluza (primera), ronda 6ª, mesa 5ª.
C10:Defensa Francesa (variante Rubinstein)
Había jugado un par de veces a ritmo rápido con mi rival y siempre había perdido. Esta vez pude obtener algo positivo, aunque el equipo no lo aprovechara después. Perdimos 4 a 1 frente al Reina Brillante de Córdoba.

1.e4-e6 2.d4-d5 3.Cc3-dxe4 la variante Rubinstein, juzgada durante bastante tiempo como inferior por el abandono del centro que se produce, pero perfectamente jugable y competitiva. De hecho, es una variante que a mí me resulta particularmente molesta

4.f3!? este signo es desde luego discutible; quizá fuera más ajustado ?!, pero perseguía entrar en alguna variante favorable del Blackmar-Diemer. Además, me gustan los follones desde el principio, que es cuando mejor rindo

4... -Ab4 buena respuesta. Otra opción sería 4...Cc6

5.Ae3 sabiendo lo que sé ahora, estoy dispuesto a jugar en otras ocasiones algo que me asustaba sobremanera en partida, es decir, 5.fxe4, sin temer especialmente a 5...Dh4+ 6.Re2-AxCc3 7.bxAc3-Dxe4+ 8.Rf2!=. De ahí que Fritz prefiera 5...Cf6 6.Ag5-h6 7.AxCf6-DxAf6 8.Cf3=



5... -Cf6 6.a3-AxCc3 7.bxAc3-0-0 8.Ag5 mi rival se lamentó después de la partida por haberse dejado clavar de esa manera. La verdad es que a mí esta jugada me gustó mucho, pues conlleva la dificultad psicológica añadida de mover una misma pieza dos veces. La otra opción es 8.fxe4-Cxe4 9. Ad3-Cxc3 10.Axh7+-RxAh7 11.Dd3+, con ventaja negra

8... -h6 9.Ah4-exf3N parece que esta es la novedad y no demasiado afortunada, pues justifica el dudoso juego del blanco. Quizá sea mejor 9...e3, que es lo que se había venido jugando. En cualquier caso, la ventaja negra disminuye considerablemente. En cuanto a Fritz propone 9...c5!? 10.fxe4-g5, con ventaja negra

10.Cxf3-Cbd7 11.Ad3-c5 12.0-0 siguiendo tranquilamente con mi desarrollo

12... -Da5 13.Ce5 complicando otra vez el juego de manera innecesaria. Bastaba con 13.De1=, que estuve considerando bastante tiempo, pero viendo que la partida se ralentizaría, empecé a calcular a lo hondo y vi lo que podía pasar hasta la jugada 16. Axc5, que me parecía prometedora

13... -Dxc3 14.CxCd7 aquí volví a repasar la variante, pero ya no había marcha atrás

14... -Dxd4+ dejándose tentar por el jaque, pero era mejor 14...CxCd7 15.Tb1-f5, con ventaja negra, variante que no había querido ver en mis cálculos anteriores, demasiado verticales

15.Af2-DxCd7 16.Axc5 y aquí salí a fumarme un cigarrillo, muy satisfecho de mí mismo. Supe después que Sebastián Almagro había considerado la posición como muy favorable a mis intereses y que él veía casi como única entregar la calidad con 16...b6. Más tarde, comiendo con Villar y Cepedello, me comentó que tenía un ajedrez muy unilateral, donde no me concedo el privilegio de retroceder en un momento dado. Cuando puse cara de circunstancias, me consoló diciendo que son sencillamente estilos..., malos estilos, pensé para mis adentros

16... -Te8 tomándose su tiempo. A Fritz le gusta lo que le gustaba al bueno de Sebas, es decir: 16...b6 17.AxTf8-RxAf8, con ligera ventaja negra

17.TxCf6!= buena jugada que, no obstante, sólo iguala, aunque yo creía en un principio que daría más

17... -Dd5! si 17.gxTf6?? 18.Dg4+-Rh8 19.Dh4, con ventaja decisiva blanca. Pero resulta que la jugada de mi rival no la había previsto y cuanto más la miraba más me gustaba. Me pareció buenísima, sin embargo de única, y casi me hace entrar en estado cataléptico. Contra mi costumbre, me sumí en una larga reflexión de más de media hora buscando y rebuscando, quedándome con unos veintitantos minutos en el reloj frente a la hora escasa de mi rival. Así las cosas, primero pensé en sacrificar la torre por segunda vez en f7, después en h6, luego le tocó el turno al alfil, después, acordándome de un capítulo del libro Al Ataque de Tal, pensé en sacrificarlo todo. Empleé mucho tiempo justipreciando lo que pasaba tras 18. Ae3, pero no lo veía claro, pues de reojo pensaba que quizá mi rival consiguiera contrajuego sobre la columna g. El caso es que de repente descubro (!), casi en el último momento, que tengo pieza de ventaja y que, por tanto, puedo entrar en una combinación a resultas de la cual me quedo con torre en séptima y un solo peón de desventaja, además de cierta posición dominante. Se me reveló como evidente que era eso lo que tenía que hacer, y apenas si le dediqué un minuto o dos a la continuación finalmente elegida. Al parecer, eso es lo que mis propios compañeros habían visto desde un inicio (está claro que estar fuera de la tensión de la partida le hace ver a uno muchas cosas) pero, tras mi pensada, dudaban muy mucho de que siguiera por ese camino. No hace falta insistir en lo agorero de su proceder, pero resulta que les tengo demasiado acostumbrados a ello

18.Ah7! + dos piezas en prise y sacrifico una tercera: bonito. Por cierto, si 18.Ae3-gxTf6 19.Dg4+-Rf8 20.Db4+-Rg7 21.Dg4+=

18... -RxAh7 19.DxDd5-exDd5 20.Txf7 y aquí ofrecí tablas que fueron aceptadas. Es cierto que podría haber seguido jugando sin riesgo especial, pero temía quedarme sin fuerzas tras el susto del Dd5 y el esfuerzo de encontrar la mejor continuación. En cuanto a Fritz, valora la posición como de estricta igualdad, aunque también parece claro que el juego blanco hubiera sido más fácil durante un buen puñado de jugadas.


Francisco J. Fernández

jueves, 4 de abril de 2013

Problemas de ajedrez: J. Gunst, 1922


Blancas juegan y ganan. J. Gunst, 1922

 Blancas juegan y ganan.


  En este estudio de J. Gunst de 1.922, las blancas consiguen la victoria con una elegante maniobra.

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Robert James Fischer (1943-2008)


Poco después de perder ante Fischer el llamado Match del Siglo (1972), Boris Spasski efectuó una evaluación del juego de su rival que nunca he acabado de comprender. En efecto, señala algunas de sus virtudes y a continuación su principal deficiencia: "La principal es que juega al ajedrez de forma muy pura, como un niño" (cit. por G. Kasparov en Mis geniales predecesores, vol. 4, trad. de A. Gude, La Roda, Ediciones Merán, 2006, pág. 473). ¿Por qué la pureza de su ajedrez habría de representar una deficiencia? ¿A qué se estaba refiriendo Spasski? La explicación que da a continuación no parece aclararlo del todo: "Ahora esto representa una fuerza, pero más tarde puede hacerle daño, sobre todo en una lucha complicada, cuando se requieren otras cualidades, más refinamiento, gran experiencia" (ibidem).
No sé si el camino correcto para entender este comentario es fijarnos en cómo juegan los niños. Algunos de ellos adquieren en seguida un nivel ajedrecístico altísimo (el propio Fischer, el mismo Spasski), así que tal vez debamos detenernos más bien en niños normales, en niños que nunca serán grandes maestros. La primera vez que senté a mi hijo delante de un tablero no tendría dos años. Duró poco en esa situación. En cuanto pudo se sentó dentro del mismo. Jugar al ajedrez significaba para él habitar físicamente el tablero; desde luego, revelaba una buena comprensión posicional: hay que ocupar el centro. Hace unos cuantos días se me ocurrió explicarle que los peones han de proteger a las piezas. Su manera de jugar a partir de ese momento se convirtió en un rodear las piezas de peones (quebrantando de paso las reglas que rigen el movimiento de estos). Si se me ocurre comerle alguna, protesta inmediatamente aduciendo que estaba protegida: respeto por el material, podría decirse. Cuando, no obstante, consigo convencerle de que se trata de un simple cambio (una por otra) acepta a regañadientes. Toda pérdida de material, aunque esté equilibrada por su propia ganancia, es sufrida como una amputación (miedo a la castración, que diría un psicoanalista, dado que por su edad, cuatro años, se encuentra en plena resolución del complejo de Edipo). Por otro lado, nunca se atreve a capturar una pieza si no lo hago yo antes; se limita a mover de aquí para allá en función de ciertas simpatias, probablemente porque le es más fácil la identificación con ellas: ama los caballos, los peones, las torres, y presta poca atención a la dama o los alfiles, por ejemplo. Finalmente, cuando algo no le gusta (que su hermana de cinco años, en un suponer, le coma un caballo) se corre el peligro de que las diferentes piezas salgan volando: con el interior del brazo barre el tablero de un lado a otro y todo ha acabado.

Es dudoso que Spasski se refiriera a estos comportamientos, aunque no ha faltado quien tildara a Fischer de cierto infantilismo. Parece, más bien, que el diagnóstico iba referido a la forma de jugar. Es sabido que Fischer admiraba el estilo de los grandes jugadores soviéticos (Smyslov, Botvinnik, Bronstein, Taimanov, Tal, Spasski): "Me gustaba su juego: agudo, atacante, intransigente" (pág. 227 de la obra citada). También llama la atención la cita del Manual de Lasker que antepuso a su libro Mis 60 mejores partidas:"En el tablero la mentira y la hipocresía no sobreviven. La combinación creativa desenmascara la presunción de la mentira: el acto despiadado que culmina en el mate contradice al hipócrita". Cabría pensar que su ideal de juego debería tener las virtudes contrarias a esos defectos: Veracidad y honestidad. Traducir esto al ajedrez no es tan sencillo, sin embargo. Quizá Spasski pensara que ello era difícilmente compatible con el refinamiento y la experiencia. ¿Cómo ser veraz y refinado, cómo honesto y disponer de experiencia, es decir, de memoria de las vivencias pasadas? Smyslov señaló en una ocasión que Fischer tenía escaso sentido práctico: "aunque la meta deportiva estuviese asegurada, el juego de Fischer no mostraba la menor tendencia pacífica" (pág. 497 de la obra citada). En cuanto a su refinamiento es de destacar el menosprecio que siente por ciertas formas de plantear el juego. En una carta a Larry Evans dice: "Estoy sobre todo ocupado en estudiar viejos libros de aperturas y, lo creas o no, ¡estoy aprendiendo mucho! Al menos no le dedican espacio a la Catalana, la Reti, el ataque indio de rey y otras aperturas lamentables" (pág. 321 de la obra citada). Creo que Fischer despreciaba con toda su alma a los jugadores sibilinos, a los que renegaban de la auténtica lucha, del juego directo por un sentido equivocado de la prudencia, que se desvían de las presuntas preparaciones, yéndose de paso de Málaga a Malagón. Rafael Sánchez Ferlosio se inventó un epíteto para esta clase de gente en general: tontiastutos. Creo que Bobby hubiera estado de acuerdo con él. Lo que además consiguó fue demostrar los límites de la tontiastucia. Tras su desaparición tardaremos bastante en encontrar a alguien que vuelva a ponerlos en su lugar. Descanse en paz.

Francisco J. Fernández
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