VV.AA., Cuentos de ajedrez. Alrededor de un tablero, prólogo de Juan Pedro
Aparicio, sel. y com. de partidas de D. Vivancos Allepuz, Madrid, Editorial
Páginas de Espuma, 2005, 284 pp.
La editorial Páginas de Espuma se ha especializado en ofrecer antologías de cuentos siguiendo diferentes temáticas. En este ocasión le ha tocado el turno al ajedrez. De esta manera, se han seleccionado 14 cuentos de diferentes autores (algunos ya publicados, otros inéditos) acompañados de otras 14 partidas de ajedrez que sirven de ilustración, así como de alguna posición (como la derivada del triángulo de Déletang para dar el mate de alfil y caballo) que ayude a aclarar el sentido de lo que se narra en los cuentos. La labor de David Vivancos espigando las partidas (desde Légal hasta Lautier pasando por partidas de Steinitz, Capablanca, Alekhine, Nimzowitsch, Najdorf, Fischer o Karpov) es bastante meritoria, pues algunos de los cuentos están demasiado abiertos para una ilustración ajustada y de ahí que en ocasiones la misma no haya habido más remedio que hacerla por consideraciones solamente externas. No obstante, el resultado es óptimo en su conjunto.
En cuanto a la calidad de los relatos se da cierta disparidad, como suele ser habitual por otra parte en las antologías. Disparidad asimismo en las técnicas narrativas empleadas: desde un tratamiento de prosa poética (como el de Cristina Peri Rossi) hasta un microrrelato (como el de Juan Pedro Aparicio). Otros son, empero, más convencionales aunque no dejan de tener su gracia, como el del náufrago que cree estar jugando al ajedrez cuando en realidad lo está haciendo a los barquitos. El componente ajedrecístico de los relatos es a menudo enfatizado, pero no sé hasta qué punto se consigue lograr transmitir la emoción del juego si el lector es lego en estos asuntos. De hecho, si me animo a publicar esta reseña es por una cierta casualidad. Resulta que estoy echándome un match sobre la defensa 2 caballos con mi buen amigo José Manuel Villar. Pues bien, él, con blancas, emplea el ataque Max Lange, que da lugar a posiciones complicadísimas. Aunque había leído el cuento de Abelardo Castillo "La cuestión de la dama en el Max Lange" (pp.17-31) hace casi dos años, sólo ahora he podido disfrutar verdaderamente del relato en cuestión. La razón es que ahora ya entiendo por qué la posición requiere pararse a pensar durante un buen rato (el suficiente para que en el interín al protagonista le dé tiempo a matar a su mujer). Ahora bien, el problema es que si el relato necesita ayuda externa para sostenerse literariamente (para alcanzar cierta verosimilitud) eso significa solamente que no es capaz de conseguirlo mediante procedimientos puramente narrativos, lo que implica que esta ayuda ha de incluirse en el Debe de la técnica narrativa del autor. La cuestión es, con todo, difícil de solventar y a veces da la impresión de que es el vengativo tributo que el ajedrez se cobra por ser utilizado para estos menesteres. No obstante, se trata de una bonita iniciativa que desde aquí aplaudimos.
Francisco J. Fernández
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